Fundamentos de la Iniciación en Thelema
by IAO131, by Pyramidos
En Thelema, el término Iniciación se usa a menudo y de distintas maneras. Este ensayo trata de elucidar el significado básico y los fundamentos de la Iniciación, especialmente en el contexto del sistema espiritual de Thelema.
Definición básica: “Iniciación” básicamente se refiere al camino de progreso espiritual de cada individuo. “El camino de la Iniciación” es sinónimo de otros términos como “el camino de la realización” o “la búsqueda de la iluminación”. A veces se denomina la “Gran Obra”, o “ascender por el Árbol de la Vida”, o simplemente “el Camino”.
A lo largo del camino, se alcanzan varios “grados” de iniciación que pueden interpretarse como ciertos niveles de discernimiento o entendimiento o simplemente ciertos cambios en la conciencia que se desplaza progresivamente desde la ignorancia en la visión mundana de uno mismo y del mundo hacia el punto de vista “iniciado” o iluminado. Estos “grados” de iniciación se refieren estrictamente a un proceso interno, y las ceremonias y “grados” de las organizaciones temporales sólo pueden ser reflejos simbólicos de la propia iniciación interior. Como Crowley escribió, “El Maestro Therion advierte a todos los Aspirantes a la Sabiduría Sagrada y la Magia de la Luz que la Iniciación no se puede comprar ni otorgar; hay que ganarla por el esfuerzo personal.” (Carta a W. T. Smith, 1934 e.v.)
Esto lleva a algunos principios generales de Iniciación que son válidos para todas las formas de espiritualidad:
- La Iniciación sólo puede en última instancia venir de los esfuerzos y el trabajo del individuo.
- La verdadera iniciación se da siempre en forma de la experiencia directa del individuo.
- La Iniciación no se puede otorgar a otros por medio de palabras, símbolos, rituales, ni de cualquier otra forma. Lo máximo que uno puede hacer es contribuir a señalar el camino y ayudar al otro a evitar los errores más comunes.
INICIACIÓN EN GENERAL
Las bases de la iniciación se explican bastante sucintamente en un texto llamado Liber LXI vel Causae o simplemente Liber Causae. En éste se lee:
“En todos los sistemas de religión se puede encontrar un sistema de iniciación, que puede definirse como el proceso por el cual un hombre llega a conocer esa Corona desconocida.”
Esto establece que todos los sistemas religiosos tienen alguna forma u otra de aproximarse a la misma Verdad. Todos ellos contienen alguna forma del “proceso por el cual un hombre llega a conocer esa Corona desconocida”, que aquí se denomina iniciación. La “Corona desconocida” es una referencia cabalística a la primera Sefirá del Árbol de la Vida, Kéter, que literalmente significa “Corona” y representa la Unidad en lo Divino que cada hombre puede alcanzar. Algunos han llamado a esta “Corona desconocida” con el término “Dios”, otros lo han llamado “liberación”, o “unidad”, o “Verdad”, o con incontables otros nombres. En última instancia, es “desconocida” y sin nombre porque está más allá de las dualidades del conocedor y lo conocido, más allá de las dualidades del sujeto y el objeto del lenguaje, y por lo tanto no puede ser nombrada con precisión. Está, usando el lenguaje de la Misa Gnóstica, siempre “más allá del discurso y más allá de la visión.” Las Iniciación se define por el proceso mediante el cual uno puede llegar a aprender Eso. El Liber Causae continúa:
“Aunque nadie puede comunicar ni el poder ni el conocimiento para lograr esto, que podemos llamar la Gran Obra, es sin embargo posible para los iniciados el guiar a otros.”
Aquí se nos dice lo que hemos mencionado antes como principio general de la iniciación: la iniciación no se puede otorgar a otros por medio de palabras, símbolos, rituales, ni de otras formas. “Nadie puede comunicar” no significa que no haya nadie lo bastante inteligente o iluminado como para comunicar esa Verdad, sino que es una Verdad cuya naturaleza es simplemente incomunicable debido a que está más allá de todo nombre, forma, signo, y símbolo.
Aquí también vemos que el proceso de “Iniciación” se equipara con “la Gran Obra”, como hemos mencionado previamente también. También se nos enseña que los iniciados no pueden comunicar “esa Corona desconocida” pero sí pueden guiar a otros hacia ella. Liber Causae continúa con este tema:
“Cada hombre debe superar sus propios obstáculos, exponer sus propias ilusiones. Sin embargo otros pueden asistirlo a hacer ambas cosas, y pueden permitirle evitar muchos de los caminos falsos, que no llevan a ningún lado, y tientan los pies cansados del peregrino no iniciado. También pueden garantizar que se lo ponga a prueba y se lo examine debidamente, pues hay muchos que creen ser Maestros pero ni siquiera han empezado a hollar el Camino del Servicio que conduce hasta allí.”
Aquí se reafirma el hecho de que los iniciados pueden ayudar a guiar a otros para evitar que caigan en los escollos más comunes. Está también la afirmación de que “hay muchos que se creen a sí mismos Maestros” pero ni siquiera están cerca de serlo, ya que “Maestros” es como se denominan quienes han logrado atravesar el Camino. Entre quienes “se creen a sí mismos Maestros” se cuentan aquellos que tal vez piensen sinceramente que lo han logrado pero que sólo han obtenido pequeños vislumbres de verdad, así como aquéllos que podemos denominar “charlatanes” en la medida en que se aprovechan conscientemente de los aspirantes serios mediante el engaño y la manipulación.
Resulta especialmente llamativa la mención al hecho de que es el “Camino del Servicio” el que “lleva hasta allí”, es decir a convertirse en Maestro. Hay varias maneras de entender lo que se significa “el Camino del Servicio” todas relacionadas entre sí. En primer lugar, está lo que ya se ha mencionado repetidamente: una de las funciones de los iniciados es guiar a otros por el camino. En muchos sistemas, en cuanto a uno se lo considera lo bastante avanzado en materia de entendimiento (o de “realización” o cualquier otro término similar), se convierte en maestro o guía para otros –hay muchas tradiciones que conllevan la “transmisión” de sabiduría del gurú o Maestro al discípulo, del iniciado al no iniciado.
Relacionado con esta manera de entender el “Camino del Servicio” está el hecho de que, especialmente en Thelema, hay un énfasis en “regresar al mundo” una vez se ha alcanzado la realización. Esto es prácticamente idéntico al voto bodhisattva en el Budismo Mahayana en donde uno jura volver del nirvana (la liberación, la realización, etc) de vuelta al samsara (el mundo terrenal de la ignorancia) con el fin de que todos los seres sean liberados. Hay abundantes ejemplos en la tradición Occidental de esta misma idea, a menudo usando como símbolo a alguien que ha logrado regresar de un lejano lugar aislado; entre los ejemplos prominentes están el regresar de una montaña (Moisés, Mahoma, y el Zaratustra de Nietzsche) así como el regreso del desierto (Jesús). Es decir, convertirse en Maestro está atado al Camino del Servicio pues uno no se convierte en Maestro únicamente para iluminarse a sí mismo sino para ayudar a otros a alcanzar la Luz.
Por último, conectado a esas otras dos formas de entender el “Camino del Servicio”, uno puede entender este Servicio en un sentido más general: es necesario reducir el apego de uno mismo a su ego, identidad personal o sentido de sí mismo, y uno no puede convertirse en Maestro si se aferra a esa identidad llena de metas egoístas. En todos los sistemas de realización, uno busca la “Corona desconocida”, que siempre está más allá de la noción personal de uno mismo o “ego”; es decir, usando el lenguaje de la Misa Gnóstica de nuevo: “Tú que eres yo más allá de todo lo que soy.” Cabe señalar que en ninguna de estas formas de entender el Camino del Servicio hay nada parecido al “servilismo”, a rebajarse ante los demás o denigrarse: es un Servicio de fuerza, de alguien que rebosa de Luz y la comparte con los demás para que puedan participar de ella.
“Pero la Gran Obra es una, y la Iniciación es una, y la Recompensa es una, sin importar lo diversos que sean los símbolos con que lo Indecible se vista.”
Éste es un punto especialmente importante: esencialmente, la iniciación siempre lleva al Uno, a “esa Corona desconocida”, a lo “Indecible”. Los místicos e iniciados de todos los tiempos han hablado de la misma “Gran Obra”, pero cada uno ha usado diferentes símbolos y lenguaje para explicarlo. En un Libro Sagrado de Thelema está escrito: “Siempre habrá desacuerdos sobre las palabras. Porque los colores son muchos, pero la luz es una sola.” (Liber LXV) Se trata de una hermosa imagen en donde la Luz, lo “Indecible”, es siempre Una, pero entra a través del prisma del mundo y cada individuo que habla de ella representa un color entre muchos. Debe haber siempre una diversidad de expresiones, pero todas ellas son facetas que apuntan a la única Luz. Una idea idéntica se expresa en otro Libro Sagrado de Thelema donde está escrito:
“A vosotros que aun vagáis en la Corte de los Profanos no podemos aun revelároslo todo; pero entenderéis fácilmente que las religiones del mundo no son sino velos de la Verdad Absoluta. Asimismo son las filosofías. Al adepto, que ve todas estas cosas desde arriba, le resulta irrelevante elegir a Buda o a Mahoma, Ateísmo o Teísmo.” (Liber X)
LOS MISTERIOS DEL NUEVO EÓN
Se entiende que hay una única Luz, “la Verdad Absoluta”, lo “Inalcanzable”, etcétera, y que la diversidad de expresión son simplemente diferentes maneras de simbolizar y velar esa Unidad. En Thelema, hay un mayor entendimiento de que existen diferentes “fórmulas” de iniciación o realización que resultaban eficaces antaño pero hay que actualizarlas para una nueva era o “eón”. Una noción prácticamente idéntica se sostiene en la doctrina Hindú de los “yugas” o épocas (e.g. la Kali Yuga), según la cual los requerimientos para alcanzar la liberación cambian con cada “yuga”. Este es el significado esencial de la idea de que estamos en un “Nuevo Eón”. Vamos a examinar esta idea más en profundidad:
En el mundo del esoterismo Occidental u “ocultismo”, hay cierta manera simbólica de explicar los “Misterios” del camino de la iniciación. En general, hay una serie de ceremonias rituales a las que cada candidato se somete y que simbolizan los estadios de iluminación y ofrecen guía para el Camino. Y lo que es más importante, hay un “Hierofante” (cuyo significado literal es “el que revela cosas sagradas”) cuyo propósito es servir como dispensador de los Misterios. En última instancia, este Hierofante representa o refleja el Dios interior de cada individuo, que es el verdadero Hierofante de cada iniciado.
En una tradición esotérica, la de la Órden Hermética de la Golden Dawn, el Camino era simbolizado por los psico-dramas de diversos “grados” de iniciación. El Hierofante se sentaba en el Este, el lugar del Sol naciente, mientras otros oficiales se sentaban en otros cuadrantes. Aquel Hierofante no sólo dispensaba los Misterios en calidad de “iniciador” sino que también representaba la “fórmula” misma de los Misterios. En aquel sistema, el Hierofante era representado como Osiris, un dios que se sometió a la muerte y resucitó en una forma más “divina”. Esto esencialmente significa que la realización se alcanzó a través de un proceso de vida-muerte-resurrección, la “fórmula” de Osiris. Esto, por supuesto, incluye la fórmula representada por la muerte y resurrección de Cristo, a quien se considera una expresión de la fórmula “Osírica” (igual que Attis, Adonis, Dionisio, etc).
En algo llamado la “Ceremonia del Equinoccio”, los diversos oficiantes rotan alrededor de la habitación, asumiendo nuevos cargos cuando un nuevo individuo se convierte en el Hierofante. De la misma forma, se produjo un “Equinoccio de los Dioses”, en donde los propios dioses cambiaron sus posiciones: Osiris dejó de representar la fórmula de iniciación. Esta es la razón por la cual la era o eón donde su fórmula estaba activa se denomina el “Eón de Osiris” o el “Eón del Dios Agonizante”. Ahora Horus se sienta en el Este en calidad de Hierofante y se ha puesto en marcha una nueva fórmula de realización: “la palabra de la Ley es Thelema” (AL I:39) Este es el simbolismo expresado en el Libro de la Ley cuando dice “derogad todos los rituales, todas las ordalías, todos los signos. Ra-Hoor-Khuit ha tomado su asiento en el Este en el Equinoccio de los Dioses… Hoor en su nombre secreto y esplendor es el Señor iniciador…” (AL I:49) En Thelema, se dice que este Equinoccio de los Dioses tuvo lugar en el Equinoccio Vernal de 1904, cuando el nuevo Libro de la Ley –una nueva Ley para un nuevo eón –fue recibido unos días más tarde. Crowley comenta sobre este verso del Libro de la Ley:
“Este verso (AL I:49) declara que la vieja fórmula de Magia(k) –la fórmula del dios agonizante Osiris-Adonis-Jesus-Marsias-Dionisio-Attis-etcétera– ya no es eficaz. Dicha fórmula se basaba en la creencia ignorante de que el Sol moría cada día, y cada año, y que su resurrección era un milagro. La Fórmula del Nuevo Aeon reconoce a Horus, el Niño coronado y conquistador, como Dios. Todos somos miembros del Cuerpo de Dios, el Sol; y alrededor de nuestro Sistema está el Océano del Espacio. Esta fórmula debe entonces basarse en estos hechos. Todas nuestras “Maldades”, “Errores”, “Oscuridades”, “Ilusiones”, como quiera uno llamarlas, son meros fenómenos de disociación accidental y temporal. Si te encuentras “caminando en la oscuridad”, no trates de hacer salir al Sol mediante el auto-sacrificio (esto es, la fórmula de Osiris), sino aguarda con confianza hasta el amanecer, y disfruta entretanto de los placeres de la noche. La alusión general es al Ritual del Equinoccio de la Golden Dawn.
Hay muchos aspectos del camino de la iniciación que han cambiado –o más bien, son mejor entendidos –en el Nuevo Eón. Encontramos una mirada más en profundidad de los principales aspectos que han cambiado en la serie de ensayos “Iniciación en el Nuevo Eón”. Lo que es notable en Thelema es el entendimiento de que la Ley de este Eón cambiará de nuevo en el futuro: Thelema es cosa de este Eón, y cuando se de otro cambio, otro “Equinoccio de los Dioses”, vendrá una nueva ley. Por esto se dice en otro versículo del Libro de la Ley:
“Pero vuestro lugar sagrado permanecerá intacto a través de los siglos: aunque por fuego y por espada sea incendiado y destrozado, sin embargo una casa invisible ahí se levantará, y permanecerá hasta la caída del Gran Equinoccio; cuando Hrumachis surja y aquel de la doble vara asuma mi trono y mi lugar. Otro profeta surgirá, y traerá un nuevo bullir de los cielos; otra mujer despertará la lujuria y la adoración de la Serpiente; otra alma divina y otra bestia se mezclarán en el sacerdote con su orbe; otro sacrificio manchará la tumba; otro rey reinará; y la bendición ya no será vertida Para el místico Señor de Cabeza de Halcón!” (AL III:34)
Habrá una “caída del Gran Equinoccio” y, en lugar de Horus, surgirá el dios “Hrumachis”, y un nuevo dios –“el de la doble vara” –se instalará en el Este como Hierofante con una “fórmula” diferente para un nuevo eón. Crowley explica, “Hrumachis es el Sol Naciente; él por lo tanto simboliza todo nuevo curso de eventos”. Así pues “Hrumachis surgirá” es otra manera de decir que vendrá la luz de un nuevo eón. Crowley continúa: “El de la doble vara es Thmaist, que tiene su forma doble en Thmais y Thmait, de quien los Griegos derivaron su Themis, la diosa de la Justicia”. Crowley se refiere a Thmais como un oficiante de las ceremonias de la Golden Dawn; Thmaist es idéntico al Griego “Themis” y al Egipcio “Maat” o simplemente “Ma”, todos dioses de la Justicia y el equilibrio. Crowley continúa: “Después de él (de Horus) surgirá el Equinoccio de Ma, la Diosa de la Justicia, lo cual puede ser dentro de cien o de diez mil años; pues la Computación del Tiempo no es igual aquí que Allí… La Fuerza preparará el Reino de la Justicia. Debemos empezar ya, como me propongo, a considerar esta Justicia como el Ideal cuyo Camino debemos preparar, por virtud de nuestra Fuerza y Fuego”.
SUMARIO
La iniciación es el proceso por el cual uno llega a la única Luz, la “Corona desconocida” que todos tenemos dentro. Sólo la podemos alcanzar mediante nuestros propios esfuerzos, aunque otros iniciados y adeptos pueden guiarnos en la dirección señalada y ayudarnos a evitar los escollos habituales. Hay una única Luz, aunque esté expresada de muchas maneras diferentes; es la misma Luz independientemente de la creencia o la tradición. La vieja fórmula de iniciación de Osiris dejó de ser eficaz con el amanecer del Nuevo Eón de Horus el nombre de cuya Ley es Thelema. En la serie “Iniciación en el Nuevo Eón” se pueden encontrar más detalles de la naturaleza de la iniciación en este Nuevo Eón. En un futuro lejano, el Eón de Horus también terminará y un nuevo dios, el de la Justicia, surgirá con una nueva Ley.
Amor es la ley, amor bajo voluntad.